Entre los 12 y 24 meses, el niño es un derroche de actividad. Comenzará progresivamente a desarrollar multitud de capacidades, habilidades y aptitudes. Nuestro proyecto educativo entra de lleno en esta etapa del desarrollo, en la que el niño ha dejado de ser un bebé indefenso y, poco a poco se ha convertido en un explorador de su entorno. Buscan su independencia y desplazarse libremente, necesitan tocar, manipular, explorar el medio lo cual obliga al adulto a estar atento a sus iniciativas.
5 conductas aparecen casi simultáneamente en este periodo: la imitación diferida (cuando el niño reproduce gestos y palabras), el juego simbólico (aquel en donde los niños “hacen como si” fuera verdad imitando roles), el dibujo (por pequeños quesean sus diseños, es capaz de darles significados si encuentran alguien interesado en su producción), la imagen mental (logra su permanencia en la mente del niño cuando puede evocar objetos, personas o situaciones no presentes) y la evocación verbal de acontecimientos (expresarse a través de balbuceos o palabras, que pueden ser acompañadas por gestos, señalando alguna acción que se produce, por ejemplo diciendo “uuhh” y/o tocándose la cabeza con las manos si algo se cae). – Mira aquí para informarte sobre nuestro Programas de Aulas.
Mejora progresivamente la capacidad de caminar. Disfruta empujando, trasladando y arrastrando objetos. Puede subir escaleras gateando, o de pie con la ayuda de un adulto. Al final de este periodo mejora notablemente el equilibrio y las posturas. Es capaz de bailar al compás de una melodía. Disfruta con los libros de imágenes y garabateando.
Aumenta su deseo de autonomía, pero al depender de un adulto aparecen las rabietas y los desafíos. Trata de compartir su juego con un adulto. Comienza a interactuar de manera más activa con otros niños, aunque su conducta sigue siendo egoísta. Se inicia en el juego simbólico y de simulación. Progresa en la autonomía de los hábitos relacionados con la higiene y la alimentación.
Comienza a visualizar mentalmente imágenes de su propio cuerpo. Se reconoce en el espejo y en las fotografías, y utiliza su nombre para referirse a si mismo. Se inicia en juegos de construcción y su sentido de la verticalidad progresa. Puede apilar 3 o 4 cubos formando una torre. Disfruta explorando y manipulando objetos de su entorno. Distingue texturas. Se inicia en las cantidades (uno-muchos).
Hace frases utilizando dos palabras. Comienza a utilizar el lenguaje para expresar sus sentimientos, establecer contacto afectivo y comunicarse con el adulto. Observa, identifica y señala imágenes en un libro. Sobre los 20 meses es capaz de mantener un monólogo mientras juega solo, y sobre los 24 su vocabulario puede constar de unas 250 palabras.